

Luis Casadevall fundó su primera agencia de publicidad a los 27 años, junto a su socio Salvador Pedreño. Juntos, y rodeados de un equipo extraordinario de profesionales, contribuyeron al prestigio internacional de la creatividad publicitaria española. En 1992, su firma fue nombrada Agencia Internacional del Año en Estados Unidos y obtuvo el codiciado Grand Prix en el Festival de Cannes.
Durante esos años, su trabajo fue reconocido con más de cincuenta Leones en dicho festival y con otros muchos premios nacionales e internacionales. En 2007, ambos recibieron el CdeC de Honor por su trayectoria y, en 2013, Casadevall fue distinguido como Miembro de Honor de la Academia de la Publicidad. Para él, la creatividad fue siempre más que una profesión: una manera distinta de mirar.
Con el tiempo, esa mirada encontró una nueva vía de expresión en la fotografía.
Junto a su inseparable Leica, emprendió un periplo que le llevó por ciudades como Nueva York, Tokio, Ciudad de México, Miami, Nápoles, Palermo, Estambul, El Cairo, etc. Pero fue un viaje fugaz a La Habana loque le llevó a establecer un vínculo más profundo con la capital de Cuba.
Regresó durante doce años, una y otra vez, no como turista, sino como alguien qué necesitaba comprender la respiración de esa ciudad, su resistencia y su belleza. A través de más de 65.000 fotografías, trató de capturar lo invisible: la esencia de un pueblo herido, pero digno.
Aún nos queda el alma es el fruto de ese viaje iniciático, conmovedor y luminoso. Como explica el prestigioso escritor Leonardo Padura, prologuista de este libro: «Si el alma de Cuba permanece es porque es inmortal».
Este libro, en última instancia, es el homenaje de Luis Casadevall a esa alma que está tan viva.
Luis Casadevall fundó su primera agencia de publicidad a los 27 años, junto a su socio Salvador Pedreño. Juntos, y rodeados de un equipo extraordinario de profesionales, contribuyeron al prestigio internacional de la creatividad publicitaria española. En 1992, su firma fue nombrada Agencia Internacional del Año en Estados Unidos y obtuvo el codiciado Grand Prix en el Festival de Cannes.
Durante esos años, su trabajo fue reconocido con más de cincuenta Leones en dicho festival y con otros muchos premios nacionales e internacionales. En 2007, ambos recibieron el CdeC de Honor por su trayectoria y, en 2013, Casadevall fue distinguido como Miembro de Honor de la Academia de la Publicidad. Para él, la creatividad fue siempre más que una profesión: una manera distinta de mirar.
Con el tiempo, esa mirada encontró una nueva vía de expresión en la fotografía.
Junto a su inseparable Leica, emprendió un periplo que le llevó por ciudades como Nueva York, Tokio, Ciudad de México, Miami, Nápoles, Palermo, Estambul, El Cairo, etc. Pero fue un viaje fugaz a La Habana loque le llevó a establecer un vínculo más profundo con la capital de Cuba.
Regresó durante doce años, una y otra vez, no como turista, sino como alguien qué necesitaba comprender la respiración de esa ciudad, su resistencia y su belleza. A través de más de 65.000 fotografías, trató de capturar lo invisible: la esencia de un pueblo herido, pero digno.
Aún nos queda el alma es el fruto de ese viaje iniciático, conmovedor y luminoso. Como explica el prestigioso escritor Leonardo Padura, prologuista de este libro: «Si el alma de Cuba permanece es porque es inmortal».
Este libro, en última instancia, es el homenaje de Luis Casadevall a esa alma que está tan viva.